Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

jueves, 6 de junio de 2013

Vatel (Roland Joffé, 2000)

En el año 1671, en la Francia gobernada por la monarquía absoluta de Luis XIV, el Príncipe de Condé recibe la instrucción de invitar al rey con toda su corte, a pasar unos días en su palacio.
Detrás de la instrucción hay un mensaje zanahoria-amenaza: es posible que se declare la guerra a Holanda y el príncipe podría ser el general en jefe de los ejércitos franceses.
Según el mensaje, la estadía debe ser tranquila y sencilla y, también aclara entre comillas, que esto significa exactamente lo contrario. Debe gastarse lo que no se tiene para sorprender al rey con festejos y agasajos fuera de lo común.
Todo el peso de la organización recae sobre Vatel.
Vatel (Gerard Depardieu), es el mayordomo del príncipe y un hombre de clase humilde pero que posee el genio y la preparación para imaginar y organizar estos eventos. También es un hombre sencillo, de costumbres simples y que trata de mantenerse alejado de las intrigas cortesanas. Pero pronto esas intrigas lo van a envolver también, especialmente porque no quiere verse envuelto y porque es un hombre creativo y fiel a sus principios. La bellísima Uma Thurman, encarnando a Anne de Montausier, nueva favorita del rey, va a vislumbrar en Vatel a un hombre de verdad.
Roland Joffé es reconocido mundialmente por su película "La misión", donde con tanta lucidez muestra el problema político que se jugó detrás de la expulsión de las misiones jesuíticas de sudamérica. En esa película Joffé hizo que los indígenas guaraníes fueran almas inocentes que podían ser subyugadas por la música y avasalladas por las armas de fuego de españoles y portugueses.
En "Vatel" otra vez está en juego la integridad del ser humano. La corte francesa es un hormiguero de comidillas, maldades y lucha de poderes, que como las serpientes, va a terminar autodestruyéndose con la revolución francesa. Pero sin ver esta película, estamos muy lejos de imaginar la deshumanización en la que se vivía en esos tiempos, donde los niños podían ser prostituídos para el placer de un duque y las mujeres desfilaban por la cama del rey según sus caprichos de última hora.
Roland Joffé consigue comprometer al espectador para que, por detrás de las tapas de las revistas, se de cuenta del mundo inútil y falto de futuro que lo rodea. No está muy lejos de las costumbres cortesanas que manejan a las grandes corporaciones ni a los sistemas políticos de todos los países.
Tampoco Francia, a pesar de su revolución, ha podido alcanzar los principios de igualdad, libertad y fraternidad que se proponía.
Todos los eventos que Vatel organiza y pone en escena para el rey, Roland Joffé los pone en escena para el espectador, así que la película es deslumbrante en imagen y sonido. Y hablando de sonido, la música pertenece a Ennio Morricone, en una de sus más brillantes colaboraciones con el cine.
Nadie puede quedar decepcionado con esta película, ya que contiene todo lo necesario para deleitar y dejar pensando durante largo tiempo al espectador inteligente.
Mi calificación es de 9 puntos sobre 10.

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