Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

martes, 4 de febrero de 2014

El tren de la vida (Radu Mihaileanu, 1998)

Cuando la película termina, uno queda azorado. Y esto es lo más que una película puede llegar a transmitir. El asombro, el desconcierto, el no saber si reir o llorar.
En el año 1941, a un pueblito judío de europa central, el loco del pueblo trae la noticia que los nazis están deportando a todos los judíos de Europa. El consejo reunido no sabe cómo afrontar la situación, pero es el loco quien plantea la solución. Armar un tren propio de deportación, con soldados alemanes propios portando una orden de deportación falsa y llevar a todo el pueblo a Palestina, a Tierra Santa.
Un chico pregunta: porqué la tierra es santa en un sólo lugar.
Esta es una de las preguntas con las que el director nos va a bombardear durante el desarrollo de la película.
Tiene momentos muy emotivos y apela a la comedia sobre la variabilidad del género humano, donde cada uno busca salvar su cabeza aunque deba dejar de lado a los demás.
Sin embargo hay algo en el planteo de la película que conmueve. El esfuerzo de todo ese pueblo para irse, para seguir adelante, para dejar la vieja europa encallecida y opresiva.
Son numerosas las vicisitudes por las que este "Tren de la vida" va a pasar en su camino hacia la esperada libertad y para cada una de éllas el director plantea imaginativamente una salida plausible.
De como los que se visten de soldados nazis se vuelven nazis y otros en comunistas. Como todos están listos para sabotear el proyecto a pesar de éllos mismos.
En su camino el tren va a esquivar a las tropas nazis atravesando las praderas centro-europeas y en esa huída está la clave de la emoción que nos invade. Es posible escapar de la iniquidad, del sometimiento a la maldad del género humano. Todas estas preguntas no están planteadas abiertamente en la película. Surgen como consecuencia de los hechos que acontecen.
Un gran director rumano, Radu Mihaileanu, lleva con su mano cariñosamente esta película adelante y la deja ante nuestra vista para que cada uno de nosotros evalúe su propio "Tren de la vida".
La música de Goran Bregovic
Nueve puntos sobre diez es mi calificación.

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