Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

domingo, 2 de febrero de 2014

Popeye (Robert Altman, 1980)

"Popeye" es una historia sobre los famosos personajes de caricaturas, Popeye el marinero, Olivia su novia y Brutus, el matón. En base a esos caracteres, Jules Pfeiffer, el ganador del premio Pulitzer y autor de los guiones de "Pequeños asesinatos" y "Conocimiento carnal" entre otras, escribió el guión que Robert Altman trasladaría al cine.
La película mantiene y acentúa el diseño surrealista de las caricaturas y Robert Altman se encarga que todo aspecto absurdo tenga su lugar en la película. Sobre todo en los más ínfimos detalles.
La aldea donde se desarrolla la película es un hallazgo en sí misma. Construída en la Anchor Bay de la isla de Malta, es un laberinto con un orden muy caótico donde las escaleras se encaraman sobre las casas y los puentes de madera sobre las entradas del mar.
Y Robert Altman contó con un director de fotografía de primer orden, Giuseppe Rotunno, para conseguir los mejores enfoques y tomas.
Es como una historia de sueños, que mantiene su orden en sí misma, como otra "Alicia en el país de las maravillas".
Dos actores sin par encarnan a los personajes: Robin Williams, perfecto en la piel del marinero y Shelley Duvall nunca tan jiráfica como en esta película, donde las piernas y los pies se le enredan constantemente.
Paul L. Smith se lleva las palmas de conseguir un Brutus lo suficientemente creíble para la audiencia y Ray Walston en el papel de Daddy, el papá de Popeye, es casi el doble de Robin Williams.
La música, otro hallazgo, es de Harry Nilsson.
Cuando se abre la película sobre las imágenes de Puerto Dulce y se escucha la canción de Harry Nilsson, el alma se estremece de emoción.
Las aventuras que se desarrollan en la historia son lo suficientemente cautivantes como para mantener a los espectadores ensimismados.
El problema es que "Popeye" suena a película para niños, tanto como se supone que el libro de Lewis Carroll, "Alicia en el país de las maravillas" lo es. En realidad "Popeye" es una maravillosa obra de arte metida dentro de un cuento de ficción para adultos que aún conservan sus niños despiertos al asombro.
Cada escena es una nueva fascinación, cada detalle, cada personaje que se mueve alrededor de Puerto Dulce, encarnan un delirio imaginativo hecho realidad.
El plus de esta película es haberse hecho. Que esta fantasía se haya podido realizar habla muy bien de la excelencia de Robert Altman.
Puerto Dulce
Diez puntos sin dudar para esta maravillosa película de Robert Altman.

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