Bienvenido a mi mundo

Bienvenido a mi mundo
gracias por la imagen a Germán Banchio

viernes, 29 de agosto de 2014

Las manos en los bolsillos (I pugni in tasca) (Marco Bellocchio, 1965)

La especialidad de Marco Bellocchio es hacer que el mundo cotidiano esté habitado por gente al borde de la locura.
Esta, una de sus primeras películas (1965), narra la historia de una familia cuya madre está ciega, discapacitada.
Sus hijos, Augusto el mayor (Marino Mase), que sólo vive para sí mismo, Alessandro (Lou Castel), el protagonista de la historia, que decide practicar la eutanasia con los miembros de su familia, Giulia (Paola Pitagora), a la que divierten o enojan, alternativamente, las locuras de Alessandro y Leone (Pier Luigi Troglio), epiléptico y débil mental.
Con estos personajes construye una historia febril que no se puede dejar de ver ni de adivinar la dirección o explicación hacia dónde va a dar la historia.
En la fotografía en blanco y negro, obligada en los años en que se filma, encuentra un filtro para tanto desborde psicótico. Y la cámara, ágil y movediza, no deja rincón sin hurgar.
Los desbordes parecen no tener fin, pero no es una película sádica, simplemente se dedica a cronografiar los sucesos.
La música, de Ennio Morricone, es una aliada secreta del director y con su ayuda lleva al espectador al paroxismo.
Y, ¿qué queda después de tanto desborde?. La película finaliza inesperadamente, así que los acontecimientos quedan en los buches de los espectadores. Quién pueda digerirlos dichoso él.
Secuencia introspectiva
Ocho puntos sobre diez para esta obra maestra del cine italiano.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Gosford Park (Robert Altman, 2001)

Volver a ver "Gosford Park" es para mí, cinéfilo empedernido, equivalente a visitar nuevamente la ciudad de París.
Si bien todo el cine que creó Robert Altman es por igual de fascinante, hay en "Gosford Park" una mezcla inusitada de la emoción con la inteligencia, que cautiva al espectador.
No es solamente la ácida visión de las diferencias sociales entre "los de arriba" y "los de abajo", o del pernicioso humor sobre los americanos, hay mucho más. Está la denuncia social sobre la aristocracia del dinero que sojuzgó a tanta gente en las fábricas durante la época victoriana. La burla feroz sobre las invenciones del cine.
Hay la increíble visión de lo que un actor americano puede llegar a imitar puesto en la piel de un valet de falso origen escocés. Y como ese actor que simula ser un valet (parte de los de abajo) para luego revelarse como un actor aprendiendo un papel (parte de los de arriba), queda definitivamente descastado y no es reconocido como tal ni por los de arriba ni por los de abajo.
-¿Sabes lo del criado de Weissman?
-¿Qué le pasa?
-¿Es falso?
-No es escocés.
-Eso ya lo sabía yo.
-Entonces, ¿quién es?
-¿Será el asesino?
-No, peor aún. Es actor.
El productor americano que va de visita a la mansión de Gosford Park porque piensa hacer una película de Charlie Chan en Londres, está personificado por Bob Balaban. Y, ¿adivinan?, Bob Balaban es el productor de Gosford Park.
Para esta producción realizada en Inglaterra, Robert Altman reunió a la flor y nata de los actores ingleses.
Allí están Alan Bates, Helen Mirren, Derek Jacobi, Kristin Scott-Thomas, Maggie Smith, Emily Watson, Clive Owen, Kelly McDonald, Michael Gambon, James Wilby, Eileen Atkins y tantos más.
No es necesario que Robert Altman los dirija, porque la cámara está moviéndose entre los grupos de actores por los distintos escenarios, a una velocidad que abruma. Y que a veces, con toda intención, confunde al espectador y le hace perder el hilo de lo poco que había develado de la historia.
Y, que al final, cuando las cartas están ya sobre la mesa, aunque puede que el espectador no las vea, crea un fondo de tristeza y emoción.
Si todavía usted no vio "Gosford Park", no deje de hacerlo. Es una película inteligente y cautivante. Con miles de actuaciones dignas de saborear y con el toque Altman que garantiza la imaginación al poder.
Solo falta el gato de Cheshire.
El país del hubiera podido ser.
Está de más decir que diez puntos son pocos para evaluar el genio de Robert Altman.

sábado, 23 de agosto de 2014

Tras la puerta (Az ajtó) (Istvan Szabó, 2012)

Magda (Martina Gedeck) se muda con su marido a una casa más grande que élla sóla no puede mantener porque además tiene intenciones de dedicarse a escribir una novela.
Decide contratar a una mujer que vive enfrente de su casa, Emerenc (Helen Mirren) y que es muy particular.
Vive sola y no deja que nadie traspase el umbral de su puerta.
Emerenc le pide referencias y finalmente es contratada por Magda y por su marido Tibor (Karoly Eperjes) a quien Emerenc sumisamente llama "amo".
La película construída con un oficio de larga data por Istvan Szabó, está basada en la novela de algún modo autobiográfica de Magda Szabó, quien ignoro si tiene relación alguna con el director. Lo que sí he podido averiguar es que falleció en el año 2007, unos años antes que Istvan Szabó hiciera su película y que es considerada la más importante novelista en lengua húngara.
La trama gira alrededor de lo que Magda va consiguiendo saber acerca de la vida de Emerenc. Emerenc le teme a las tormentas y huye despavorida a refugiarse en su casa cuando una se desata. Tiempo después le relata a Magda que siendo muy chica huyó de su hogar en compañía de sus hermanitas mellizas. Como se desató una tormenta dejó a las niñitas bajo un árbol y corrió a buscar ayuda, cuando vio que un rayo se descargaba sobre el árbol y al pié quedaban dos bultos carbonizados. La madre que venía buscnándolas, al encontrar a Emerenc la zamarreó, pero cuando élla le señaló los bultos carbonizados, la madre corrió desesperada y se arrojó a un pozo. Así fue que Emerenc quedó sola en la vida y un tío la colocó en una casa de la ciudad para hacer la limpieza.
Historia tras historia, anécdota tras anécdota, Magda va conociendo la triste vida de Emerenc.
La película se desarrolla tranquila, con ritmo calmo, pero con emociones que sacuden el alma y la dejan despavorida.
La actuación de ambas actrices es memorable, especialmente la de Helen Mirren quien con toda naturalidad se mete en la piel de una campesina húngara, supersticiosa y cabeza dura.
No voy a contar el final, pero solo voy a decir que tras una tormenta eléctrica con viento huracanado, el sol aparece nuevamente.
Que el espectador no espere grandes sucesos ni movimientos de masas, solo son estos tres personajes y el mundo que rodea sus casas. Ah, y hay un perro, de nombre Viola y siete gatos, que son huéspedes de Emerenc.
Si la historia le llega al espectador, el contrapunto entre el concepto de vida de la escritora de clase media alta y la campesina que sirve en las casas, es porque su espíritu está pronto para comenzar a entender algo de la vida.
"Hay gente que barre y hay gente que paga para que barran" sentencia Emerenc en su juicio sobre la sociedad.
Trailer
Nueve puntos sobre diez para una sensitiva película húngara.

viernes, 22 de agosto de 2014

Tierra de abundancia (Wim Wenders, 2004)

La filmografía de Wim Wenders es tan extensa que es difícil encontrar el hilo en común que guía a todas sus composiciones. Probablemente sea su compromiso con la realidad expuesta desde obras de ficción.
En "Tierra de abundancia" hasta podría ser la canción del mismo título que canta Leonard Cohen.
La película comienza con un avión aterrizando en Los Angeles, California. En ese avión vuelve a su país Lana (Michelle Williams), una joven de 20 años que retorna para entender a su país. La recibe el pastor de la misión, Henry, donde se va a albergar. Es que Lana es hija de un misionero que vive en Cisjordania. De muy chica se fueron a Africa y luego a Cisjordania. Lana trae una carta de su madre para entregar a su tío Paul. Paul Jeffreys o, mejor dicho, el sargento Paul Jeffreys, (John Diehl), tiene su centro de operaciones en una camioneta equipada con todo lo necesario para hacer investigaciones y seguimientos. Es que está detrás de los terroristas que quieren destruir su país. Paul Jeffreys sufre de las secuelas del Agente Naranja de la guerra del Vietnam, y, obviamente, de la paranoia que envenenó el espíritu de los norteamericanos luego del atentado del 11 de Septiembre.
Mientras van del aeropuerto a la misión, a Lana le llama la atención la pobreza por las calles, "Hay más gente hambrienta y sin casa en L.A. que en cualquier otro lugar de EEUU. Es la capital americana del hambre." le explica el pastor Henry. Y él sabe bien de lo que está hablando. Por el comedor de la misión desfilan indigentes y menesterosos en busca de un plato de comida.
La trama estalla cuando desde una Hummer incendian a gente durmiendo en la calle en puestos de cartón y matan de un disparo a un "árabe". El Sargento Paul decide que es importante saber quién lo mató, porque detrás de eso se deben esconder los terroristas.
La historia se extiende y complica cada vez más. En ningún momento, salvo en los ataques de pánico, se puede distinguir al Sargento Paul de un buen padre de familia empecinado en vengar un crimen.
Y Lana quiere entender de qué se trata. Es su determinación la que la lleva a contactar con el hermano del "árabe" asesinado, que en realidad resultan ser paquistaníes.
Cuando le cuenta a Paul como élla vivió el atentado del 11 de Septiembre, le dice que lo que escuchó fue a gente vitoreando, "terroristas", pregunta Paul, "no, gente común" dice Lana. "Y entonces porqué vitoreaban", "vitoreaban porque nos odian" establece Lana.
Con una maestría sin límites, Wim Wenders lleva el hilo de la película hasta este punto crucial de nuestra historia contemporánea y lo deja abierto para que reflexionemos.
Sin un momento para delinear ideologías, sin un traspié para hacer propaganda política, "Tierra de abundancia" deja abierto el drama que viven los habitantes de la mayor potencia del mundo, sin querer reconocerlo.
Entrevista
Diez puntos para el film, para los actores y para el director.