Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

jueves, 12 de octubre de 2017

Zama (Lucrecia Martel, 2017) 🌟🌟🌟🌟🌟

"Zama" es una película para los sentidos y para el subconsciente, no para razonar.
Lucrecia Martel tiene bien claro cuál es su objetivo desde su primer película: la humanidad no tiene modo de avanzar porque está literalmente engatusada por su propio laberinto.
No es casualidad que haya elegido esta novela de Antonio Di Benedetto para construir su primer film basado en un texto ajeno. De todos modos Martel escribió el guión y vaya uno a saber cómo adaptó al mundo de sus sueños este texto tan duro de digerir.
Don Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho) es un letrado destinado por la corte española a una ciudad colonial sudamericana durante el siglo XVII. La ciudad podría ser Asunción pero no se la nombra en la película.
Esta ciudad se levanta sobre la márgen de un caudaloso río, en paisajes dignos del mejor arte surrealista.
Zama quiere ser trasladado a la ciudad de Lerma (antiguo nombre de la ciudad de Salta, donde nació y se gestó Lucrecia Martel y de donde obtiene toda su imaginería). Debe obtener la aprobación del gobernador (Daniel Veronese) para que este acceda a escribir una carta al rey de España solicitando su traslado.
Aparentemente ese pedido ya ha sido hecho tiempo atrás por Don Diego, pero sin obtener respuesta.
Recibe la visita de su amigo el Oriental, quien viene a la ciudad a ofrecer su producto a la venta, un magnífico brandy aparentemente sin comparación. Pero su amigo trae consigo la muerte, el cólera, del cual van a morir tanto él como su hijo. Hay escenas dignas de Federico Fellini en el hijo transportado sobre una silla a la espalda de un negro que hacen recordar a "Satyricon".
Lo lleva a visitar al ministro de Finanzas pero como no se encuentra es recibido por su esposa, (una magnífica Lola Dueñas, cuya sonrisa nos evoca el mundo de "Alicia"). Doña Luciana Pilares de Luenga, tal el nombre de la "ministra". Ella es una especialista en seducción y encandila totalmente a Don Diego.
Algo trastornado por la visita y por el brandy, inicia una pelea en su casa contra un violador que ataca a las niñas del dueño de la casa donde se hospeda. Está claro que aunque él manifiesta haber hecho huir al delincuente, el novio de una de las niñas huyó por su cuenta mucho antes del ataque de Don Diego. Esta escena está magistralmente armada. Como por otra parte está construído el film.
El espectador quedará hipnotizado en manos de Lucrecia Martel durante las casi dos horas de duración de la película.
El delincuente, violador y ladrón es nada más y nada menos que Vicuña Porto (Mattheus Nachtergaele) cuya identidad secreta es otra y también desconocida. Tal es así que el gobernador adquiere las orejas de Vicuña Porto cortadas después de su ajusticiamiento, en un juego de dados.
No vale la pena que detalle los infortunios que padecerá don Diego de Zama a lo largo de su vida, pero queda claro que siempre creyó en los embustes de la autoridad de turno y cuando le pidieron que embaucara le resultó imposible no decir la verdad y pagó por eso.
Esta es toda mi crónica. Es necesario reconocer el excelente trabajo de producción que debió hacer marchar parejos a los equipos de los diversos países participantes de esta obra de arte. La producción ejecutiva estuvo a cargo de Gael García Bernal y entre la más de una veintena de nombres a cargo de la producción destacan los de la productora "El Deseo" (los hermanos Almodóvar y Esther García) y Julia Solomonoff.
Una mención especial merece el director de sonido. Guido Berenblum. La conversión de sonidos de la época en manos de sintetizadores dan un carácter fantasmagórico a la película, sobre todo los sonidos de gongs.
Hay que destacar tanto la dirección de fotografía a cargo de Rui Poças como la dirección de arte de Renata Pinheiro, que lleva a alturas geniales a toda la filmación.
En cuanto a la banda de sonido, sorprende escuchar a los Indios Tabajaras, música pseudo guaraní, pseudo hawaiana.
Trailer hablado en castellano
Es muy difícil calificar una película cuando sus contenidos son tan ricos que dejan nuestras mentes embelesadas durante mucho tiempo. Decir diez puntos es decir poco.

Reportaje a Lucrecia Martel:
"...lo que decidimos desde el principio fue el uso de sonidos naturales con una cualidad un poco electrónica...
... eliminamos cualquier aparición de fuego o velas y en el trabajo con el sonido evitamos el sonido de carruajes...
... los pregones son inventados. No hay mazamorra caliente...
Luego estuvo la decisión un poco escandalosa, juvenil incluso, de incluir ese sonido de caída permanente que parece tomado de una película de ciencia ficción.
... la música que nunca había usado antes en mis películas. Los Indios Tabajaras tienen algo graciosito, aunque no sé si ellos querían ser graciosos...
En cuanto al trabajo de montaje, Martel detalla que el material en bruto duraba apenas tres horas y el primer corte unas dos, algunos minutos más que la versión final. "Cada uno tiene su teoría, pero no soy larguera. No me interesa hacer películas largas. Zama podría haber sido un pelotazo de tres o cuatro hotas, pero para mí es como un baño de inmersión, si te quedás mucho tiempo en el agua, se te empieza a arrugar la piel.


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