Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

viernes, 22 de diciembre de 2017

Puente de las Artes (Eugene Green, 2004) 🌟🌟🌟🌟🌟

Eugène Green es, probablemente, el cineasta más singular de los que hacen cine en estos inicios del siglo XXI. 
Nacido en 1947 en Nueva York, hace muchos años que sólo se refiere a ese país como Barbaria y a su lengua como lengua bárbara. Así pues, la que considera su verdadera fecha de nacimiento es la de la marcha de su país de nacimiento, 1968.
A los 21 años y después de transitar por media Europa a finales de los sesenta, se nacionalizó francés y adoptó esa lengua hasta convertirse en el gran recuperador de la expresión oral y escénica del teatro francés del Grand Siècle.
Enamorado de la literatura y de la cultura portuguesa rodó en Lisboa, en portugués, A Religiosa Portuguesa (2009) basada en las cartas de sor Mariana Alcoforado; en Italia y en italiano La Sapienza (2014) y su único documental hasta el momento Hitza eginFaire la parole (2015) testimonia su amor por la lengua y la cultura vasca, a la que ya había dedicado una novela: La Bataille de Roncevaux (2009) y donde había situado uno de sus mediometrajes: Les signes (2006). Estamos pues ante un personaje de inabarcable curiosidad que, de la misma forma que ha ido desarrollando su vida por una amplia geografía, ha ido ampliando cada vez más su lenguaje expresivo, integrándolos los unos y los otros en sus experiencias sucesivas, pero teniendo siempre un tronco común, básico y fundamental: la Palabra.
En este film, Green demuestra lo que es su lenguaje cinematográfico. Utilizando una estética bizantina, sus personajes, en la mayor parte del film, hablan directamente a la cámara y eso hace que el espectador se sienta de alguna manera parte del film.
Con cuatro personajes principales, Pascal (Adrien Michaux), Christine (Camille Carraz), Sarah (Natacha Regnier) y Manuel (Alexis Louret), teje y deshace en su propio guión una filosofía de vida empapada en el mundo artístico. Christine estudia filosofía y su principal obsesión es aprobar sus examenes para mantener lo que ella llama, su dignidad. La enoja mucho la actitud de abandono de su pareja, Pascal, estudiante de literatura, quien enojado con su profesora que le ha encomendado una tesis sobre un tema que él no quiere abordar, se deja a sí mismo al sueño y la decidia. Sarah, una soprano con una voz importante, sufre las agresiones de su profesor, a quien denomina "el innombrable" (Denys Podalydes), un homosexual que no tolera el virtuosismo femenino de Sarah y la ahoga con sus críticas e insultos. Sarah quiere salir adelante, por eso se mantiene calma y se esfuerza en dar lo mejor de sí misma. Jean-Astolphe Mereville (Olivier Gourmet) es un amigo de Gui-gui (el innombrable) y nos muestra la opinión de Green sobre el amaneramiento en el mundo de las artes en una ridícula actuación de Jean-Astolphe personificando a Fedra para su taxi-boy, a quien quiere hacer su asistente. Muy bien le dice el taxi-boy, pero la tarifa del sexo sigue siendo 500.
Manuel, es la pareja de Sarah, pero élla está deshaciendo su relación en la medida que no puede manejar la situación con su profesor. Manuel se desespera por ayudarla a salir adelante.
Hay una escena, en la que Pascal asiste invitado por un amigo a una función de teatro No japonés. Es muy interesante, porque los espectadores del film no la vamos a ver sino a través de las miradas de los espectadores en el teatro, de los que el director hace un cameo constante, y de carteles que anuncian los hechos que se desarrollan en la escena. Me trajo a la memoria a la posterior obra de Abbas Kiarostami, "Shirin", en la que a través de las miradas y las reacciones de 114 actrices iraníes y Juliette Binoche, vamos a apreciar la representación del poema iraní Shirin.
En el argumento de la obra japonesa, está contado el drama que, detrás de todas las escenas hieráticas y las miradas profundas, se desarrolla en la película.
Demás está decir que el cine de Eugene Green no está hecho para todo el público. Si bien no es intelectualoide, el modo en que se presentan los hechos no es el más abordable para el gran público. Eso no quita que espectadores sensibles se sientan hipnotizados por el ritmo y la cadencia de la película.
Especial mención requiere la inclusión de "Il lamento della ninfa" del compositor barroco italiano Claudio Monteverdi. Es parte de la seducción que el film ejerce sobre los espectadores.
Por esa razón en su cine hay tantas palabras de lenguas diversas y aparecen personajes portadores de lenguas antiguas que sobreviven en su lucha por seguir siendo Palabra/Parole y no ser arrastrados hacia la Palabra/mot o, peor todavía, hacia su desaparición como lengua. Como la mujer que canta en kurdo en una de las muchas escenas mágicas. Por eso mismo tiene esa estrecha vinculación con la cultura vasca a partir de su lengua, en la que perviven los misterios más antiguos y se concreta una memoria colectiva que se remonta a tiempos inmemorables.
Por esa misma razón en su cine sólo aparece su lengua materna, el inglés, en algún momento de sarcasmo, como en la escena del australiano que quiere visitar la capilla de Sant’Ivo en La Sapienza. El inglés parece ser, únicamente, la lengua de las colonias y como tal, una lengua sin memoria y sin historia, o sea compuesta sólo de mots y no de Paroles y sin capacidad, por tanto, para convocar lo misterioso.
Trailer en francés
Lamento della ninfa
Diez puntos sobre diez para esta esplendorosa obra cinematográfica.

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